Jeannette Jara: carisma, mérito y legitimidad social

Hace unos meses, en la Plaza de la Independencia de Concepción, me crucé con Jeannette Jara. Había venido a explicar la reforma a las AFP y me acerqué con respeto, pero con determinación: “Ministra, esta reforma es solo un maquillaje, no una transformación real como la publicitan”. Su reacción fue sincera: me miró con atención y respondió sin rodeos: “En algo se ha avanzado, y hay que seguir avanzando”.

Le planteé que la izquierda carece de argumentos sólidos para defender el modelo solidario por reparto, como el europeo. Le recordé que, a pesar de los esfuerzos, en Francia jamás se ha logrado desmantelar ese sistema. Ella me escuchó, me tomó la mano y dijo: “¿Sabe qué? Haga un video corto para TikTok explicando ese modelo por reparto en Europa”. Le respondí que deberían hacerlo quienes tienen responsabilidad política, no los ciudadanos, pero lo que más me impactó fue su actitud: cercana, empática, sin facadeo ni distanciamiento.

Esa cercanía en la que sobresale es lo que los teóricos llaman carisma político. El sociólogo alemán Max Weber lo definía como un “don excepcional” que dota al líder de una autoridad fuera de lo formal. Weber planteó que el carisma permite a los seguidores sentir una conexión íntima con el líder, no por su cargo, sino por una cualidad difícil de cuantificar: su fuerza personal.

Para Pierre Bourdieu, el carisma se construye por medio de un capital simbólico, un reconocimiento mutuo entre el líder y quienes lo siguen. No es solo lo que dice, sino cómo lo dice. Ese reconocimiento une a ciertos sectores con una figura que habla su idioma y valida su experiencia. En Chile, donde la desafección política ronda niveles preocupantes, esa complicidad simbólica es más relevante que nunca.

Y en tercer lugar, Bernard Lahire nos recuerda que el mérito debe entenderse no solo como acumulación de grados académicos, sino como una trayectoria vital que emerge del esfuerzo y la resiliencia frente a estructuras adversas. Para Lahire, el verdadero mérito surge cuando la persona logra representar a quienes enfrentan barreras sociales. Eso es lo que define a Jara.

Jeannette Jara no proviene de élites tradicionales ni de carreras conservadoras. Estudió administración pública en la Usach —una universidad pública de fuerte vínculo con el movimiento estudiantil y sindical— y ha construido su carrera con esfuerzo personal y compromiso político. Su paso por la CUT y su rol como subsecretaria de Previsión y luego ministra del Trabajo hablan de un recorrido que no nació ni creció en las cúpulas, sino en las bases.

Este domingo ganó las primarias de la izquierda frente a Gonzalo Winter y Carolina Tohá, obteniendo la nominación unitaria del bloque para competir por La Moneda. Su triunfo, además del hecho simbólico, demuestra que el electorado busca liderazgos con legitimidad social, con historia de esfuerzo y coherencia, más que con pedigrí político.

Sí: Jeannette Jara es comunista, y lo asume sin titubeos. Pero es mucho más que eso. Tiene una inteligencia técnica y una sensibilidad social que transversalizan su discurso. Esa conexión real y genuina la distancia de la tecnocracia fría —esa que mira a la ciudadanía como números— y la acerca a un estilo humano, cercano. Esa mezcla de credibilidad técnica, carisma y legitimidad social la posiciona como una amenaza real para los candidatos de derecha, muchos de los cuales representan una elite distante, con escasa empatía hacia los problemas cotidianos de la gente.

La política chilena necesita más que eslóganes vacíos. Necesita líderes que hablen con claridad, con cercanía y con sentido real. Jara reúne esa rara combinación: significativa formación académica, capacidad de gestión, historia de lucha social y ese halo humano que inspira confianza. En tiempos donde el escepticismo político es la moneda corriente, su figura ofrece un horizonte esperanzador: una política con rostro humano, fundada en el mérito, el carisma y la legitimidad desde abajo.

Juan Pablo Pezo Dalmazzo
Juan Pablo Pezo Dalmazzo

Sociólogo y Cientista Político, Licenciado en la universidad de Lyon 2, Maestría y Master en la Universidad de Panthéon, Sorbonne, Paris, Francia.