Gonzalo Winter: el discurso que destruye la caverna

En el debate político chileno, donde el miedo suele dominar la fuerza de los discursos y el valor de las ideas queda relegado, la reflexión crítica escasea. En ese terreno, Gonzalo Winter irrumpe como un actor que subvierte el orden discursivo. No solo interpela desde la contingencia, sino que lo hace desde un lugar poco habitual en la política contemporánea: la crítica estructural, la desarticulación del funcionamiento del Estado chileno y la confrontación directa con el relato conservador de la derecha.

Su presencia en el Congreso y su perfil público lo han convertido en una figura incómoda para las élites. Con una dialéctica aguda, Winter propone una forma de hacer política que no solo cuestiona las políticas públicas, sino también el modo en que se construyen las verdades políticas. En su discurso, conceptos como justicia social, libertad, democracia, desigualdad, acumulación de oportunidades y geopolítica no son consignas, sino herramientas para pensar un país distinto, capaz de estructurar, planificar y preparar a Chile para la economía del futuro.

La metáfora que mejor describe el choque entre su propuesta y el statu quo es la célebre alegoría de la caverna de Platón. En ella, los seres humanos viven encadenados, observando sombras proyectadas en una pared que creen reales. Cuando uno de ellos logra salir y descubre el mundo verdadero, vuelve a contar lo que ha visto, pero nadie le cree. En la política chilena, esas sombras son los discursos del miedo: miedo al Estado social, a la cohesión, a la redistribución, a la participación democrática. Son narrativas instaladas desde sectores conservadores, repetidas hasta parecer verdades inamovibles.

Winter apunta directamente contra esa estructura discursiva. Su lenguaje, lejos del populismo fácil o del tecnocratismo estéril, construye argumentos sólidos a partir de análisis históricos, sociológicos y políticos. Habla de hegemonía, de clases sociales, de exclusión estructural. Y propone salir de la caverna, no como una aventura individual, sino como un proceso colectivo de emancipación social. En un escenario donde el miedo opera como herramienta de control, su discurso actúa como una luz en la oscuridad.

Desde la sociología política, disciplina que estudia cómo interactúan los actores sociales y políticos con las instituciones y el poder, el fenómeno Winter resulta especialmente interesante. Esta área del saber permite comprender cómo emergen liderazgos, cómo se articulan demandas sociales y cómo ciertas figuras logran romper el marco dominante del discurso político.

Autores como Max Weber, Pierre Bourdieu y Giovanni Sartori son fundamentales para entender estos procesos. Weber analizó cómo se construye la legitimidad política. Bourdieu explicó la disputa por el capital simbólico dentro del campo político. Sartori, por su parte, estudió el rol de los partidos y la representación como claves de la democracia moderna. Winter, sin ser académico, actúa en ese mismo campo: disputa sentidos, desafía institucionalidades y politiza el lenguaje.

Su diagnóstico es claro: Chile está atrapado en una estructura que reproduce desigualdades, naturaliza privilegios y avanza sin un pensamiento crítico capaz de proyectar una mejor nación. Por eso Winter no se limita a legislar: impulsa debates, abre espacios de deliberación, vincula la política con la calle y la calle con la historia. Su objetivo no es solo tener poder, sino transformar los marcos mentales que definen lo posible.

Esto lo convierte en una figura profundamente disruptiva. Incomoda a la derecha, que lo ve como una amenaza a su relato fundacional, pero también al centro político, que teme que su discurso altere los consensos heredados. Sin embargo, Winter insiste: no se trata de administrar lo existente, sino de disputar el sentido común y romper las cadenas simbólicas que atan a Chile a un presente injusto y desigual.

Su propuesta no es destructiva, sino constructiva. La salida de la caverna no implica caos, sino un nuevo contrato social basado en la justicia, la equidad y la participación. Para Winter, estructurar y planificar el desarrollo nacional también significa preparar a Chile para los desafíos de la economía del futuro: transición energética, digitalización, trabajo digno, soberanía productiva. Como en el mito de Platón, mirar la luz por primera vez puede doler, pero también libera.

La pregunta no es si Gonzalo Winter ganará una elección. La verdadera cuestión es si su dialéctica será capaz de alterar el horizonte de lo posible. Si su manera de pensar y actuar contagiará a nuevas generaciones, a nuevos liderazgos, a una ciudadanía cansada de ver sombras. Porque en tiempos de incertidumbre, pensar críticamente y atreverse a imaginar otro país ya es, en sí mismo, un acto revolucionario.

Por Juan Pablo Pezo Dalmazzo

Juan Pablo Pezo Dalmazzo
Juan Pablo Pezo Dalmazzo

Sociólogo y Cientista Político, Licenciado en la universidad de Lyon 2, Maestría y Master en la Universidad de Panthéon, Sorbonne, Paris, Francia.