
El reciente apagón masivo en Chile, ocurrido en plena luz del día, dejó en evidencia la fragilidad de nuestro sistema energético y la falta de planificación para enfrentar crisis de esta magnitud. Miles de personas quedaron sin electricidad, afectando el transporte, el comercio, las telecomunicaciones y hasta los servicios de salud. Más allá de la falla puntual que pudo haberlo provocado, el problema de fondo es claro: seguimos dependiendo de un sistema centralizado y vulnerable, cuando las soluciones para hacerlo más resiliente están al alcance de la mano.
En un país con uno de los mayores potenciales de energías renovables del mundo, es inaceptable que eventos como este sigan ocurriendo. Mientras el sol brillaba intensamente sobre nuestras ciudades, los hogares, semáforos y hospitales quedaron sin energía. ¿Cómo es posible que con tanta luz natural a nuestro alcance, no hayamos construido un sistema que nos permita aprovecharla en momentos críticos?
Una infraestructura obsoleta para ciudades en crecimiento
El crecimiento urbano en Chile ha sido acelerado, pero la infraestructura energética no ha evolucionado al mismo ritmo. Dependemos de una red centralizada, donde una sola falla puede desencadenar apagones masivos, afectando a millones de personas. Esto no es solo un problema técnico, sino un grave error de planificación.
Las ciudades modernas deben ser capaces de resistir este tipo de eventos. En muchas partes del mundo, la respuesta ha sido apostar por energías limpias y descentralizadas. Sistemas con paneles solares en techos, parques eólicos urbanos y almacenamiento en baterías han permitido que comunidades enteras mantengan su funcionamiento incluso cuando la red eléctrica principal colapsa.
Sin embargo, en Chile, seguimos dependiendo de un modelo del siglo pasado, donde la electricidad se genera en grandes plantas y se transporta a largas distancias, aumentando el riesgo de fallas masivas. ¿Por qué no hemos dado el salto hacia una matriz energética más segura y autosustentable?
El potencial de las energías limpias: una oportunidad desperdiciada
Chile tiene un potencial inigualable para la energía renovable. Contamos con el desierto más soleado del mundo, con radiación solar suficiente para alimentar varias veces el consumo energético del país. Tenemos fuertes vientos en el sur y un paisaje privilegiado para la generación hidroeléctrica.
Aun así, seguimos dependiendo de un sistema frágil y poco diversificado. La instalación de paneles solares y baterías en edificios, industrias y hogares podría reducir drásticamente la vulnerabilidad ante cortes masivos, pero aún existen trabas regulatorias y falta de incentivos que impiden que esta transición se acelere.
En países como Alemania y Australia, millones de hogares ya producen su propia energía y venden los excedentes a la red, reduciendo la dependencia del sistema centralizado. En Chile, estas alternativas avanzan lentamente, dejando a las ciudades expuestas a fallas como la que vivimos hoy.
¿Qué debemos hacer para evitar nuevos apagones?
El apagón de hoy no puede quedar en el olvido. Si queremos ciudades resilientes, necesitamos cambios urgentes en nuestra planificación energética. Algunas medidas clave incluyen: Fomentar la generación descentralizada, incentivando el uso de paneles solares y baterías en hogares, edificios y empresas. Invertir en infraestructura moderna, que permita detectar y aislar fallas de manera eficiente para evitar cortes masivos.Crear incentivos reales para la energía renovable, eliminando trabas para la autogeneración y el almacenamiento de electricidad. Diversificar la matriz energética, promoviendo el uso de fuentes limpias y sostenibles en todo el país.
No podemos seguir dependiendo de un sistema vulnerable que, con una simple falla, deja a millones sin energía. El futuro de Chile debe ser limpio, autosustentable y resiliente.
El apagón nos dejó a oscuras, pero debe iluminar el camino hacia un futuro energético más seguro.